domingo, 28 de enero de 2007

Tarjetas de visita

Todavía no me acostumbro a la ceremonia de intercambio de tarjetas de visita. Me sigue dando la risa.

Esto funciona de la siguiente manera:

Llegas a visitar una empresa. Aunque tú ya estás y los que vas a visitar han salido a recibirte hay que hacer como si no los vieras. Ellos hacen como si no te vieran a ti. Y esto es porque aún no se ha producido el intercambio de tarjetas. Así que se mira para otro lado y no se habla.

En silencio absoluto (recuerda aunque estés en realidad no estás todavía) te llevan a la sala donde va a tener lugar el acto. El acto en cuestión requiere intimidad y recogimiento y no se puede llevar a cabo en un aparcamiento o en la entrada.

Sacas tu tarjeta de visita y atacas al primero que veas libre. Ahora es cuestión de ver quién se inclina más. Lo mínimo son 90º o, lo que es lo mismo, que la parte superior de tu cuerpo quede paralela al suelo. Por supuesto que si eres capaz de llegar más allá de los 90º mucho mejor. Esto requiere cierta habilidad, ya que el inclinarse de esta forma las cabezas se acercan peligrosamente y un coscorrón sería fatal. El de mayor nivel, que siempre es el visitado, presenta su tarjeta en primer lugar. Te la pone más o menos debajo de la cara de forma que para ti esté al derecho. Tú la coges con las dos manos pero no te la guardas. Aunque está en japonés y no tienes ni idea que pone allí (casita, azadón, linterna, casita rara) tienes que mirarla, ponderarla, hacer un par de admirativas inclinaciones de cabeza y decir "Encantado". Lo suyo es hacer algún comentario, pero con mi nivelón de japonés lo más que consigo decir es: "¡Oh!, de Osaka" o si no: "¡Oh!, Takamura". Como son tan educados ninguno hasta ahora se ha reído de mi simpleza. Asienten y sonríen.

Sigues sin guardarte su tarjeta. La mantienes entre los dedos y con un movimiento de Tamariz le pones la tuya (tu tarjeta se entiende) debajo de la nariz. El tampoco tiene ni idea de lo que pone pero la mira, la pondera y hace algún comentario: "¡Oh!, Madrid", o también: "¡Oh!, García". Todo esto mientras se siguen produciendo inclinaciones con movimientos oscilatorios alrededor de los 90º.

Luego os quedáis los dos parados en esta postura, mirando las respectivas tarjetas. Y esto dura más o menos una eternidad. ¿Cuánto es la duración correcta?. ¿Cuál es el número adecuado de inclinaciones?. Ni idea. Yo he intentado resolver esta duda aguantando la situación a ver quién se rinde primero. Pues nada. El tío no se mueve, sigue ahí mirando tu tarjeta y oscilando. Yo creo que lo hacen para fastidiar a los extranjeros. Al final el silencio se hace insoportable y te retiras vencido.

Retirarse tampoco es fácil. Hay que seguir inclinado y no hay que darle la espalda al otro. Aunque en este caso no sería la espalda lo que le darías dada la posturita. Con cortos pasitos hacia atrás y sin dejar de mirar alternativamente a él y a su tarjeta te vas retirando.

Todo esto se multiplica tantas veces como cruces posibles haya. En una reunión de 2 horas la mitad se la llevan las tarjetitas.

Desde que estoy aquí me he ventilado una caja de tarjetas y me estoy poniendo hecho un figurín con tanta inclinación.

7 comentarios:

carlos dijo...

Uf! Por lo que escribes, conocerse en Japón es agotador.

Anónimo dijo...

Nada de contacto físico?
Eso de:
Encantado de conocerte, macho! Apreton de manos con sacudida de antebrazo y Plas, Plas, palmadote en el hombro...
Hazselo a uno por probar antes de irte, a ver como reacciona.

Que duro tiene que ser para un payo de cadiz como tu esa falta de calorcito humano... cuando vuelvas nos vas a matar a abrazos

Anónimo dijo...

Ummm...este ritual me recuerda a uno que se produce en la peli "American Pshico".....espero que no acabe igual....

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=qoIvd3zzu4Y

este es el momento,...falta la reverencia....

Anónimo dijo...

Lo que es yo, con la lumbalgia que tengo, no sobrevivía ni a la segunda tarjeta... vamos que en una de esas reverencias me quedo clavao y no me endereza ni la vaca de Alabama vamos!!

Danilac dijo...

Oye y con las mujeres es igual? Jo macho, yo me quedaba en ese caso retirado en un discreto segundo plano para observar los panderos prietos de las osakas al reverenciar, deseosos de que alguien los azote con un 'JAMONAAAAAAH!' gritao a lo bestia...

Unknown dijo...

Menos Mal que este año has empezado el Yoga. Te conviertes en una persona ágil a la hora de tener que inclinarse hasta los pies.
Podías tocar el suelo con las manos verdad...?